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jueves, 27 de enero de 2011

Vacunas Genéticas



APROXIMACIÓN HISTÓRICA

La idea de que los genes pudiesen actuar como vacunas surgió en parte de investigaciones iniciadas hace casi medio siglo. Experimentos que no tenían nada que ver con vacunas demostraron en los años cincuenta y sesenta que la liberación de material genético dentro de las células de un animal podía desencadenar cierta síntesis de las proteínas codificadas, así como anticuerpos dirigidos específicamente contra esa proteínas.

Algunos laboratorios habían empezado a explorar a principios de los noventa la posibilidad de utilizar esta respuesta inmunitaria no deseada para un buen fin, la vacunación.

Existían muchas incógnitas en torno a este campo de trabajo, como por ejemplo, si la inmunidad desencadenada sería suficientemente fuerte para proteger a un ser humano de la infección causada por un patógeno vivo.


ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO

Los plásmidos utilizados para inmunización han sido alterados con objeto de que transporten genes específicos de una o más proteínas antigénicas normalmente sintetizadas por un patógeno seleccionado, al tiempo que se excluyen los genes que permitirían que el patógeno se reconstituyera y causase la enfermedad.

Por diferentes vías de investigación se ha llegado a la conclusión de que el ADN plasmídico que rodea a los genes antigénicos consiste en algo más que en un mero vehículo liberador de genes: potencia le respuesta inmunitaria evocada por los antígenos. Este efecto procede, según parece, de la elevada frecuencia de las secuencias GC de los plásmidos. Estas secuencias, que en vertebrados suelen estar metiladas, en los plásmidos bacterianos carecen de radicales metilo. Se ha propuesto que el organismo de los vertebrados interpreta la aparición de abundantes pares GC no metilados como una señal de peligro. La respuesta consiste en que una parte relativamente primitiva el sistema inmunitario (la que no depende del reconocimiento de antígenos) intenta destruir al intruso o al menos aislarlo del organismo.

Aún debemos esperar un tiempo hasta que estos logros experimentales puedan llevarse a la práctica clínica, que es, en último término, el objetivo de toda investigación médica. Sin embargo, podemos resumir las ventajas que nos brindarán sin duda las vacunas genéticas del siguiente modo:

·         Además de activar las dos ramas del sistema inmunológico, las vacunas de ADN plasmídico son incapaces de causar infección, porque carecen de los genes necesarios para la replicación de un microorganismo patógeno.

·         Presentan las ventajas adicionales de que son fáciles de diseñar y que pueden producirse en grandes cantidades utilizando las técnicas de ADN recombinante, ahora tan comunes, siendo igual de estables o más que las otras vacunas en lo que a almacenamiento se refiere.

·         Dado que pueden componerse de manera que transporten genes de varias cepas de un microorganismo patógeno, cuentan con la posibilidad de proporcionar inmunidad simultánea contra todas ellas, algo que será muy útil cuando se trate de microorganismos muy variables, como sucede con el virus de la gripe y el VIH. 


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